viernes, 19 de septiembre de 2014

Atender a personas es una experiencia maravillosa.


Hace tiempo que quería escribir este post alejado de visiones críticas, planteamientos sobre el ser humano, o técnicas para “Ser Feliz”. Hoy me animo a hablarte de qué es lo que siento Manuel Pérez cuando se acerca alguien a la consulta y les atiendo como psicólogo.

Lo primero que siento es un profundo respeto. Alguien que tiene un sufrimiento, sea cual sea acude a ti para buscar ayuda. Pronto te das cuenta que esa persona se encuentra en una situación desesperada, en un bucle en el que no encuentra salida, muchas veces desesperanzados, pero todos con algo en común, han percibido que necesitan un cambio en sus vidas, o por lo menos en un área determinada. Es en este punto cuando me doy cuenta la enorme responsabilidad que me corresponde. Y asumo esa responsabilidad pues por eso he elegido esta profesión, y el mejor modo de asumirlo es con mucha cautela, tacto y mimo hacia el paciente. 


Una vez vas trabajando los objetivos que el paciente desea revisar o cambiar (él es el que manda), me voy dando cuenta de algo muy muy importante y maravilloso, quizás un tópico que utilizamos mucho pero no nos paramos a pensar en ello… “CADA PERSONA ES UN MUNDO”. Me detengo en esta frase.


Cuando empiezas a tratar a las personas de un modo profundo y no superficial, descubres que absolutamente nadie es igual, y la enorme riqueza que tiene cada persona. Esto me lleva a dos conslusiones: 


1. Tal vez por esto, la psicología tiene que ofrecer diferentes modos de enfocar un mismo problema, diferentes técnicas, y por esto hay tantas para ofrecer diferentes soluciones a algo tan complejo y a la vez tan simple como es el ser humano.

2. Ojalá sucediera que todos “tomáramos consciencia” de que realmente somos únicos! Y con un valor que ningún otro ser humano tiene. Somos únicos en nuestros defectos (eso sí que lo tenemos claro), pero más únicos en nuestras virtudes.


¿Qué ocurre entonces? 

Pues que desde el minuto 1 de la Primera sesión te das cuenta que cualquier problema, sea cual sea viene dado por un binomio inseparable y es el de persona-situación, un matrimonio que podría entenderse también como persona-entorno, o incluso persona-realidad. 

Lo quieras o no, las alteraciones de nuestras emociones y el descontrol van a venir por no tener las aptitudes adecuadas para sobrellevar esa situación en la que estamos metidos. Otras personas saben sobrellevarlas, pero tú no. Y seguro que tú sabes llevar situaciones que otras personas no. 

Y es aquí donde entra la pasión por este trabajo, y lo que he llamado “ CADA PERSONA ES UN MUNDO”. Es maravilloso ver el entramado mental y emocional que cada uno tiene para afrontar o evitar las situaciones temidas. Lo que hablaba antes de que el sufrimiento viene dado por la persona-situación, queda latente en la marabunta de pensamientos sobre mí, sobre el tú, sobre el ellos. Nosotros los psicólogos somos expertos en estar atentos a este modo mostrar quién soy través del lenguaje y conducta. No hay otro modo. Pues una vez.. esté todo dicho, toca reentrenar, volver a aprender a pensar, a sentir y a actuar de otro modo. 



Y es en este punto en que me doy cuenta que no existiría esta profesión si no estuvieras tú, siendo el tú una persona física, un sistema o grupo, una organización etc... 

Al fin y al cabo se trata de una investigación en “búsqueda de soluciones” una investigación que se hace por momentos trepidante cuando surgen los insights (me doy cuenta) de las personas, o cuando ves que van dando pasos hacia sus objetivos. Objetivos enfocados hacia la felicidad. 

Con lo que termino con una breve reflexión. Si los psicólogos ayudamos a conseguir algo más de felicidad o bienestar en los demás, al igual que otras tantas profesiones, creo que es una profesión maravillosa.




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