sábado, 4 de mayo de 2013

"... no seas niña ¡¡Poco hombre!!": LOS COSTOS DE LA MASCULINIDAD TRADICIONAL.


    Al fin me he animado a continuar el hilo comenzado algunos meses de este artículo en el que hablo sobre el proceso de aprendizaje de la identidad masculina y el modelo de hombre tradicional.

Me aventuro en este tema, pues estamos en una época en el que ese modelo tradicional empieza a causar más costes que beneficios, y los costes son bastante graves, tanto en la escuela como en el trabajo como en las interacciones sociales en general…

El contenido de este post será medianamente extenso, por esto, retomo lo escrito en la anterior publicación… a modo de introducción…

... la identidad masculina se ha consolidado mediante un proceso de protección frente a dos amenazas: la feminidad y la homosexualidad. De ahí que la dominación masculina se ejerza no sólo contra las mujeres, sino también (y en ocasiones de una manera aún más cruel si cabe) contra otros hombres cuya orientación homosexual es vista como afeminada, o cuya conducta personal y social se aleja de los cánones del arquetipo tradicional de la virilidad y de la masculinidad hegemónica.

En este artículo quiero continuar con un extracto de la obra “Ser hombre” Keith Thomson – Kairós. En él se incluyen diferentes extractos de numerosos artistas y personajes sociales referentes a los diferentes modos de ser hombre… y Cooper Thomson incluye esta reflexión “los costos de la masculinidad”.. cita así:

“Los costos vinculados a un tradicional planteamiento de la masculinidad, son enormes, y los daños se producen tanto en un nivel personal como social. La creencia de que un chico ha de ser fuerte (agresivo, competitivo y osado) puede provocar en él dolor emocional. Mientras unos pocos chicos experimentan el éxito a corto plazo de su energía, a largo plazo  la seguridad es menor. En cambio, eso lleva a una serie de desafíos en que pocos chicos salen finalmente  vencedores, si es que sale alguno.

No es seguro estar en lo alto cuando tantos otros chicos compiten por la misma situación. Ser duro también comporta crecientes posibilidades de estresarse, de recibir daño físico, e incluso de morir de forma prematura. Se considera varonil correr riesgos físicos exagerados y comprometerse voluntariamente en actividades combativas, hostiles.

La otra cara de la moneda de la dureza, la delicadeza, no es una cualidad que se considere masculina y , así, no se valora. Por eso tales hombres experimentan una creciente distancia emocional con respecto a otras personas y tienen pocas posibilidades de participar en relaciones personales significativas. Los estudios realizados muestran de forma suficiente que los padres (masculinos) dedican mucho menos tiempo a relacionarse con sus hijos.

Cuando los chicos se hacen mayores y aceptan los papeles de adulto, aparece con claridad el amplio costo social de la masculinidad. Muchas mujeres experimentan la resistencia varonil a una expansión del papel femenino; uno de los supuestos de la masculinidad tradicional es que las mujeres han de estar supeditadas a los hombres. La consecuencia es que los hombres muy a menudo no están dispuestos a aceptar a las mujeres como iguales, como compañeras competentes en el terreno personal y  en el profesional. Sea en el terreno de la relación sexual, la familia, las calles o el campo de batalla, los hombres están siempre comprometidos en el esfuerzo de dominar.

Las estadísticas relativas al maltrato de niños indican de forma clara que una amplia mayoría de los que les maltratan son hombres, y que no se puede tratar de algo típico. La violación es el delito en más rápido crecimiento en Estados Unidos. Y son los hombres, no importa de qué nacionalidad, quienes provocan y mantienen las guerras. Dicho brevemente… la masculinidad tradicional es una amenaza contra la vida. "

Es cierto que este fragmento y su contundente final, está sesgado y es algo catastrófico, pues no tienen en cuenta a todos aquellos tantos hombres y niños que no se identifican con el modelo tradicional. 

El texto al igual que la intención de estos artículos por mi parte es simplemente poner el foco de atención a esta construcción de identidad, pues sigue existiendo, del mismo modo que también tiene sus beneficios (de los que hablaré en el próximo post). 

Es importante tenerlo en cuenta pues pese a que “el modelo tradicional es una amenaza contra la vida” nos resulta un tanto ajeno y tremendista, sí que nos rodeamos de modelos tradicionales muy dañinos, por ejemplo en las escuelas, bullying, donde el grupo homogéneo defensor del modelo tradicional, humillan a aquel que no sigue ese modelo, o sea, el débil, el diferente, el raro, el sensible….

En el próximo post hablaré de cómo socializar a los chicos, y que factores positivos tiene este modelo tradicional de un modo sano.

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